martes, 23 de octubre de 2012

FAN WARS 10.- Misión 001-5

-¡Entrega a domicilio!

Son como las palabras mágicas que abren todas las puertas del mundo. Escapan de los labios de Hana con toda naturalidad, con la práctica de quién ha pasado ya un par de años con un trabajo de repartidor a medio tiempo. Y el guarda tan solo alza la vista, la mira y asiente. Casi sin haber detenido la moto se vuelve a poner en marcha. 

Fácil, muy fácil. Es su rutina de todos los días.

Para su sorpresa se siente más calmada y segura de si misma de lo que hubiera podido imaginar. En su mente todo el proceso está claro, es como un día cualquiera de trabajo, solo que hoy pretenden colarse en el garaje de una superestrella del pop. Dicho y hecho. ¿Por qué preocuparse?

Sonríe involuntariamente. Incluso le gusta el cosquilleo de emoción que le revuelve el estómago, se parece un poco a la sensación hilarante a la que se entrega cuando conduce la moto a toda velocidad. Puede que tenga un lado más aventurero y salvaje de lo que nunca hubiera podido imaginar. La anticipación la excita. Casi está en su destino, tan cerca de la casa de Yoochun, tan cerca de llevar a cabo la misión, tan cerca de enfrentarse a las sasaeng. Tan cerca...

Pasa por al lado de Mi Ran y no puede evitar echarle otro rápido vistazo de reojo. Verdaderamente está irreconocible. ¿Cómo lo habrá logrado? La Mi Ran que siempre lleva zapatos planos y vaqueros. ¿De dónde ha sacado ese look?

La carretera llega a su fin y el edificio se cierra sobre ella. Hana aparca la moto sin miramientos en una esquina, se apea, se quita el casco y se cala la gorra roja de nuevo hasta las orejas recordando las palabras de Mi Ran de pasar lo más desapercibida posible. Da la vuelta a la moto, abre el compartimento trasero y saca una caja de cartón con el logo de su pizzeria, allí donde suelen ir las pizzas solo que esta vez va completamente vacío.

Se dirige a la puerta de entrada. Es una bonita puerta doble de madera lustrada enmarcada en un cuadro de cristal. Se detiene un instante a admirar el edificio. Definitivamente la casa de sus sueños aunque por ahora tiene pocos prospectos de poder permitírselo con su triste trabajo de medio tiempo.

Detrás suyo siente llegar a Mi Ran, el sonido de su taconeo es inconfundible. Ahora está justo detrás suyo, tan cerca que puede escuchar su conversación telefónica. Espera ¿está discutiendo?

-Estoy frente a tu casa y voy entrar. No merece la pena que pretendas no estar, sé perfectamente que estás dentro. Espérame porque tenemos que hablar.

Hana no puede evitar la tentación de echarle una mirada asombrada de reojo. Es la primera vez que ve a Mi Ran alzar la voz. Se pregunta si habrá escrito el guión o lo está recitando sobre la marcha. Sus ojos se encuentran y Mi Ran aparta rápidamente la vista.

Hana se sonroja y centra la mirada en el intercomunicador.

"Céntrate"-se regaña a si misma-"No nos pueden descubrir ahora"

Vuelve su atención al asunto entre manos. Contempla un instante el intercomunicador como quien mide a su rival y después pulsa un número cualquiera al azar.  Espera y no hay respuesta. Pulsa otro. Detrás suyo Mi Ran sigue colgada de su conversación imaginaria. Al ver que tampoco hay respuesta Hana comienza a ponerse nerviosa. ¡No puede ser que no haya nadie en todo el edificio!

Alza la vista a todos los números y respira hondo.

"Tranquila"-se dice- "Aún hay muchas posibilidades"

Toca un tercer botón y espera.

-¿Sí?

La voz al otro lado suena adormilada.

-¡Cartero!- anuncia la muchacha con su mejor tono de trabajo- ¿Podría abrirme por favor?

Por un instante la única respuesta que recibe es el silencio y Hana se empieza a poner nerviosa. ¿Es posible que sospeche algo? ¿Se habrá delatado a si misma?

Un instante después suena el inequívoco chasquido de la puerta al abrirse. Hana casi salta hacia delante para sostenerla, su corazón latiendo desbocado. Cuando su mano presiona la manilla y la puerta cede su corazón da un vuelco de la emoción. ¡Lo ha conseguido!

Abre la puerta, da un paso adelante y ¡está dentro!. Detrás suyo Mi Ran la sigue al interior sin dejar un instante de discutir acaloradamente a través del teléfono. Hana lucha contra el deseo de darse la vuelta, ponerse a gritar como una loca y abrazarla. ¡Lo han logrado! ¡Están dentro! ¡En el mismo edificio donde vive Yoochun! ¡Dios mío, por lo que sabe podría estar allí en aquel mismo instante a unos pocos pisos de altura! No puede empezar a describir la emoción desbordante que la aborda.

Pero en lugar de eso sigue adelante. Su parte del trabajo está cumplido, ahora todo depende de Mi Ran.

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